Una reflexión en el Día Internacional de la Mujer
Un 8M en el camino de la ruptura de la ley del silencio
Contemplando la video-carta que pone de manifiesto la desigualdad en el cine y en todos los ámbitos de la sociedad con las voces de Carla Simon, Estibaliz Urresola, Celia Rico y 12 cineastas más, quienes firman “Cosas de chicas” con motivo de la celebración del 8-M, me he sentido identificada por cada una de las cosas que en ella se expone.
AUTORA: CARMEN V. ALBERT
Como directora de esta publicación, llevo oídos muchos de esos ya lugares comunes acerca del trabajo de las mujeres, en mi caso desde la dirección de fotografía, profesión más complicada si cabe en la igualdad de género que la dirección cinematográfica.
Desde un grupo de cuatro hombres profesionales de la industria en una mesa donde solamente yo era mujer criticando el trabajo de una directora de fotografía que había sido ampliamente reconocido por la industria, acordando que esos reconocimientos se debían a la discriminación positiva, pero que su trabajo era “malísimo”; hasta las lamentaciones por parte, no solo de directores de fotografía, sino de técnicos de distintos departamentos, quejándose porque ya no les llamaban por el simple hecho de que ‘ahí abajo’ tienen un miembro viril (algunos de ellos después se han dado cuenta que el edadismo es un gran motivo de discriminación laboral), pasando por mensajes que me llegan de terceros acerca del enfado de cierto director de fotografía porque ya no hablamos nunca de él (como si el objetivo de esta publicación fuera promocionar a las personas y no el de destacar proyectos que, desde esta línea editorial, creemos que interesarán a nuestros lectores y lectoras, y donde la fotografía es una parte -que nos interesa mucho- de este arte coral).
Sin embargo, lo que más me ha afectado de estos comentarios, en la línea de lo que dice Carla Simón en su fragmento de la video-carta, y siempre a través de la mediación de otros –entiendo que resulta complicado decir ciertas cosas a cara destapada en plena cultura del perfil secreto de Twitter (o X)- es que destaco películas sin ningún interés, solamente porque la fotografía es de una mujer. Al querer profundizar en esa crítica y pedir ejemplos, aparecen nombres de películas que esa(s) persona(s) no ha(n) visto. Probablemente porque la consideraba(n) una película de “cosas de chicas” y, al fin y al cabo, “todas hablan de lo mismo”.
Que mi mirada como mujer me impida la -mal entendida e imposible de alcanzar- objetividad es algo que ocurriría de la misma manera si fuera hombre, mujer / hombre trans, mujer / hombre racializado / a o simplemente nacida en la cultura japonesa o en la sociedad rural gallega. Y que viva toda esa diversidad. Pero no se trata de eso.
Lo que más me molesta –obviando el evidente desprecio de esa crítica a mi criterio profesional- es que mi posición de mujer con desigualdad ancestral en mi ADN me obliga de manera inconsciente a la justificación de mis propias acciones, sin darme cuenta de que es tan fácil como hojear las revistas editadas, ya no desde el inicio, sino, solo como muestra, desde septiembre de 2018, fecha en la que Cameraman desapareció para dar paso a Camera & Light, y contabilizar las películas que hemos destacado de hombres y de mujeres en su dirección de fotografía. Os invito a hacerlo, pero, además, de la mano de mi compañera y gran profesional Nadia McGowan os presentaremos dicho estudio. De estas películas, deberíamos también hacer una distinción de cuáles han sido reconocidas por la industria, el único criterio que nos puede servir más allá de la inherente subjetividad de cada ser humano.
Sigue siendo tan abrumadora la desigualdad entre hombres y mujeres que las críticas que se hacen hacia la cinematografía con mirada femenina solo pueden tener un origen: el miedo a perder los privilegios, algo que quizá nunca ocurra (hoy se ha dicho que es posible que la igualdad se pueda alcanzar allá por 2065). Pero el miedo es algo irracional.
Si una película hecha por una mujer es criticada por todos, esta obra puede ser fácilmente denostada, porque una mentira dicha muchas veces se convierte rápidamente en verdad. Pero ahora existe un nuevo obstáculo, y es que cada vez más mujeres acceden a puestos con capacidad de decisión, como es el caso de la productora María Zamora, quien, desde una posición militante, decide priorizar las historias contadas por mujeres, o, desde un lugar mucho más humilde, de quien escribe esta otra carta sobre mis “cosas de chica” y quiere que en las páginas de esta publicación también aparezcan miradas femeninas. Y esto a algunos les incomoda.
Mientras tanto, nosotras tenemos que seguir defendiendo mucho más nuestra valía que los hombres, a quienes se les sigue presuponiendo. Tenemos que seguir calladas y no quejarnos cuando alguien con la mayor sensación de impunidad nos roba una idea en público y delante de nosotras para que no nos llamen locas. Tenemos que separarnos profesionalmente de los hombres para que no se entienda automáticamente que somos sus subordinadas. Tenemos que seguir tolerando la insoportable condescendencia.
Esta semana, durante el festival de Málaga, acudí a visitar el nuevo punto de venta en Andalucía de la revista Camera & Light, Las Buganvillas Film Lab, un proyecto muy bonito que nace del enorme aprecio al fotoquímico de sus fundadores, Beatriz Delgado y Bruno Campos. Al llegar, Beatriz me dijo que, hasta que le llegaran todas las revistas, había puesto a disposición de los visitantes las que más le gustan de su propia colección. De las revistas destacadas, la mayoría tenían en portada una película con la dirección de fotografía de una mujer. Y esto no ocurre precisamente porque solo hablemos de mujeres, sino porque para las jóvenes directoras de fotografía esas mujeres funcionan como referentes.
Afortunadamente, cada vez más hombres apoyan la igualdad, incluso ya muchos de los que hablo veladamente en este texto, y gracias a su apoyo y el de nuestra unión como profesionales, creo en un futuro mejor para la mujer a medio plazo en el que seguiré apostando, así como en mi criterio profesional y en mi instinto, de los que me siento muy orgullosa.
