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Hablamos con cuatro alumni ECAM que se disponen a romper el techo de cristal como directoras de fotografía

02/06/2021

Sara Gallego, Eva Mackey, Rigel Pomares y Valle Lázaro nos cuentan sus inspiraciones y aspiraciones

Autora: Carmen V. Albert

La dirección de fotografía, ¿un trabajo inalcanzable?

Sara Gallego Grau, a la que entrevistamos recientemente por su trabajo junto a Luis López Carrasco en El año del descubrimiento, su primera película, recuerda: “Me decidí a raíz de ver y admirar el trabajo del director de fotografía en películas como Apocalipsis Now y El cocinero, el ladrón, su mujer y su amante, aunque entonces lo veía como un trabajo inalcanzable. Más tarde, acabé el grado de comunicación y, al convivir con gente que estudiaba cine, me lancé a estudiar dirección de fotografía en la ECAM”.

Sara Gallego

Para Eva Mackey, que hasta el momento ha fotografiado cortos y fashion films, “es como si mis decisiones y gustos me hubieran llevado hasta aquí. De adolescente, pedí una cámara de fotos por mi cumple y me pasé veranos enteros aprendiendo a usar Photoshop con videotutoriales. Tuve muchas dudas sobre qué estudiar después del bachillerato, ya que en el instituto no se fomentan las vías alternativas a la universidad. Me decanté por la carrera de Comunicación Audiovisual, pero no me gustó por su falta de contenido práctico y por la poca especialización. Lo dejé en segundo y empecé una Formación Profesional de Iluminación, Captación y Tratamiento de la Imagen. Era exactamente lo que buscaba: iluminábamos conciertos, hacíamos sesiones de fotos, programas de televisión… Estuve de Erasmus en Copenhague y, mientras estaba en prácticas en la casa de alquiler Kamera Udlejningen, donde empecé a tocar cámaras de cine, descubrí la ECAM, a través de un folleto que les había llegado”.

La importancia de los Referentes

Hace poco, hablamos con Santiago Racaj, coordinador del Máster en Dirección de Fotografía de la ECAM, sobre la paridad en las aulas de las especialidades de fotografía, y él auguraba que en cuestión de unos años se podía invertir la balanza a favor de las chicas. Nuestras entrevistadas lo corroboran: “En mi clase de fotografía éramos cuatro chicas y seis chicos, una cifra bastante alta de mujeres para lo que acostumbraban otros años”, dice Sara. “Sobre los profesores, me marcó mucho conocer y escuchar a Santiago Racaj, ya no solo a nivel profesional y artístico, sino también a nivel humano”.

En la clase de Rigel Pomares -que se encuentra terminando un largo documental- eran cuatro chicas y seis chicos, y en la de Valle Lázaro, cuyo primer corto como directora de fotografía competirá este año en Málaga y, además, está a punto de empezar su primer largometraje, eran cinco y cinco. “Juan Luis Cabellos, Almudena Sánchez y Santiago Racaj han sido muy importantes para mi aprendizaje”.

También Eva Mackey mantiene una muy buena relación con Almudena: “Ha contado conmigo para varios de sus últimos cortos como ayudante y auxiliar de cámara”.

Eva Mackey

Todas coinciden en que los referentes femeninos son fundamentales para dar el paso y creer que puedes llegar a hacer lo mismo. Sara Gallego cuenta que, cuando estaba estudiando, sus primeros referentes fueron hombres. “Fue más tarde cuando empecé a investigar el trabajo y la trayectoria de mujeres mucho más desconocidas que esos grandes nombres masculinos. Para mí fue clave descubrir este tipo de referentes, porque, al final, funcionamos como espejos proyectando nuestros deseos y aspiraciones, fijándonos en otros modelos. En este sentido, me encantó descubrir a mujeres como Reed Morano, Rachel Morrison, Natasha Braier; y, un poco más cercanas, a Neus Ollé, Rita Noriega, Thais Català, María Codina, Gris Jordana y, en general, a todo el colectivo de Directoras de Fotografía.

Por otro lado, siento que ahora mismo está siendo más sencillo formar parte del mercado laboral que hace unos años. Admiro el gran trabajo que han tenido que hacer mis compañeras para hacerse hueco en un sector tan agresivo y tan copado por hombres, para allanar un camino que luego hemos seguido otras tantas”.

 

«Para mí fue clave descubrir este tipo de referentes, porque, al final, funcionamos como espejos proyectando nuestros deseos y aspiraciones, fijándonos en otros modelos»

 

Eva Mackey recuerda que Rachel Morrison fue la primera mujer nominada a los Oscar a Mejor Dirección de Fotografía cuando ella estudiaba fotografía. “Me hizo ver que realmente este mundillo estaba mucho más descompensado de lo que pensaba”.

Rigel Pomares comenzó a hacer sus primeros trabajos en Venezuela: “Mi único referente en ese momento era Alexandra Henao. No conocía en mi país a ninguna otra mujer que estuviera viviendo de la profesión a la que yo me quería dedicar y el panorama no era muy alentador. Creo que las nuevas generaciones lo tenemos más fácil, es un cambio que se ha ido notando poco a poco en los últimos años”.

Rompiendo el techo de cristal

¿Las nuevas generaciones de directoras de fotografía tienen las mismas oportunidades que sus compañeros hombres?

“En mi generación también ha habido brecha de género, pero bastante menos marcada que en las anteriores”, dice Sara Gallego. “Probablemente, la mayor diferencia haya sido que mis compañeros en la escuela no se hayan sentido bajo el techo de cristal. Ese techo transparente -sabes que está ahí pero no se ve fácilmente- que nos ponen y nos ponemos cuando los únicos referentes exitosos en el imaginario colectivo son hombres. Yo misma lo sentí y traté de traspasarlo. Después de mucho tiempo pensando que la dirección de fotografía era una meta muy lejana, me fui dando cuenta de que estaba mucho más cerca de mis capacidades, y que mis mayores obstáculos eran mis miedos e inseguridades”.

Rigel Pomares

Valle Lázaro y Eva Mackey, recién salidas de la ECAM, tienen distinta experiencia respecto a la generación de Sara: “No creo que mis compañeros lo hayan tenido más fácil que yo, porque hemos buscado caminos distintos para irnos haciendo hueco. También creo que no ha pasado suficiente tiempo desde que salimos de la escuela como para poder saber si ellos han llegado más lejos”, explica Eva.

 

«Muchas de las mujeres del departamento de fotografía son de carácter fuerte y duras, y supongo que es porque se nos exige demostrar que merecemos estar ahí. No sé cómo seríamos si estos puestos de trabajo fuesen tradicionalmente femeninos, o si realmente hubiese paridad»

 

Uno de los motivos que históricamente ha complicado las carreras profesionales de las mujeres frente a las de los hombres es, sin duda, la maternidad, algo aún lejano para nuestras entrevistadas. “Últimamente estoy siendo consciente de que la maternidad supondría una brecha en mi carrera que no sé si estaría dispuesta a aceptar. Todavía no me lo planteo, pero sé que el día que quiera ser madre va a suponer una parte de renuncia”, admite Sara. Valle está de acuerdo: “De momento no me afecta, pero me gustaría tener hijos. Creo que ellos tienen muchas más facilidades, y nosotras tenemos mucho que luchar en ese campo: tener derecho a baja, a la crianza y poder volver a trabajar sin necesidad de empezar de cero”.

Los clásicos, en el set

Habrá quien piense que los tratos discriminatorios ya no ocurren en los rodajes, pero es tan fácil como oír ciertas historias y preguntarse: ¿Eso mismo le habría ocurrido a un hombre?

“Estando de meritoria de cámara, un camionero se obsesionó conmigo y un día, en lugar de subirme la rampa del camión, optó por bajarme en brazos”, recuerda Eva. “En otra ocasión, en un evento para televisión, tenía que cablear toda la Plaza del Sol, y al acercarme a la furgoneta de control un técnico insistió en llevarme el rulo BNC, porque, según él, pesaba mucho para mí”.

Los comentarios por la carga de peso en el departamento de cámara son un clásico que perdura: “En muchísimas ocasiones se me acercan hombres del equipo (de cualquier departamento) al verme cargar con la cámara para decirme que adónde voy con eso, que si quiero que me lo lleven”, continúa Eva. “También me ha pasado, al mencionar que todavía somos pocas en el departamento de Fotografía, que me digan: “Yo conozco a una eléctrica muy buena”, y tener que recordarles que soy la única mujer en el departamento en esa producción”.

“Recuerdo comentarios acerca de otras mujeres del rodaje, cosificándolas o hasta ridiculizándolas con valoraciones que poco tenían que ver con su profesionalidad”, sigue Sara. “También existe ese fino límite entre lo profesional y lo personal que desde una posición de poder se puede confundir y que suele perjudicar a las mujeres”.

Valle Lázaro

Rigel destaca los micromachismos, a menudo muy sutiles: “Recientemente, una productora, cuando me hablaba en rodaje, utilizaba todo el tiempo diminutivos para referirse a las cosas y esto no lo hacía con mis compañeros de equipo hombres.

Además de ser mujer, siempre he parecido menor de lo que soy, y en un ambiente profesional estas dos cosas son una mala combinación. Las actitudes paternalistas y las desconfianzas son bastante comunes. Sientes la necesidad de estar demostrando todo el tiempo que eres capaz de llevar a cabo este trabajo y de liderar a tu equipo, y puede llegar a ser agotador”.

La juventud y el género, una combinación que agrava este tipo de situaciones. Sara recuerda haber sentido que, al entrar en un proyecto y ser joven y mujer, ya partía de una base de confianza por parte del resto del equipo mucho menor que si hubiera sido un hombre y de más edad. “Haciendo bien tu trabajo la gente se va relajando, pero es verdad que cuando trabajas con un equipo nuevo y ven entrar a una chica joven que tiene que encargarse de la fotografía, algunas personas se ponen nerviosas”.

Hacerse respetar en un set también significa pelear ese respeto por parte de los miembros de tu equipo. “Yo he formado mi equipo con mujeres y hombres jóvenes con los que he ido reforzando una relación laboral desde hace varios años. Son un equipo maravilloso que mezcla una total profesionalidad con la capacidad de improvisar y fluir con las necesidades de cada proyecto”, explica Sara.

Eva confiesa que, para hacerse respetar, “tomo el espacio que se me da y no dejo que se me pise o ningunee. Por lo que he visto en el tiempo que llevo trabajando, muchas de las mujeres del departamento de fotografía son de carácter fuerte y duras, y supongo que es porque se nos exige demostrar que merecemos estar ahí. No sé cómo seríamos si estos puestos de trabajo fuesen tradicionalmente femeninos, o si realmente hubiese paridad”.

Sara, en ese sentido, lamenta que “muchas veces, la competitividad y la presión hacen que algo deje de ser divertido o enriquecedor, y creo que, ya que el nuestro es un trabajo tan absorbente y exigente, pasártelo bien y aprender debería ser las prioridades.”

Quizá por eso, cuando no se siente respaldada en el set, Valle considera que lo importante es “estar segura de ti misma y seguir tu camino sin hacer caso de lo que sea destructivo para ti”.

Sara Gallego

Una cierta mirada

¿Existe una mirada femenina o una mirada diversa? Todas coinciden en lo segundo: “Los hombres y las mujeres no somos diferentes y podemos desarrollarnos hacia donde queramos. Siento que el género es un parámetro social que muchas veces ha alzado fronteras demasiado grandes entre unos y otros. Obviamente, nos ha tocado vivir cosas diferentes y eso ya condiciona tu mirada, pero no creo que por haber nacido con unos genitales y no con otros tu sensibilidad esté definida”, dice Sara.

En el mismo sentido responde Eva: “Supongo que hay rasgos distintivos de estilo de mujeres cineastas, pero igual que hay distintas miradas según distintas formas de vida. No mira igual un hombre blanco rico que un hombre racializado pobre, porque han tenido distintas experiencias”. Rigel opina igual: “Creo que la mirada y la sensibilidad se ven afectadas por un montón de factores que te van condicionando a lo largo de tu vida, es algo inherente a cada persona”, y Valle confirma: “La mirada es única, no podemos agrupar por sexos o género”.

 

«El hito será cuando estas mujeres sean las que abanderen las grandes producciones que marcan la dirección de la industria del cine en España»

 

La discriminación positiva

Según el último baremo con el que se deciden las subvenciones, en la actualidad se dota de más puntos a las producciones con mayor presencia femenina. ¿Qué opinan las nuevas generaciones de este sistema? ¿Es una medida justa y suficiente?

“Si el sistema no está en equilibrio y no se puede equilibrar solo, forcemos ese equilibrio. Esa es la base de la discriminación positiva. Y funciona”, opina Sara. “Gracias al sistema de puntos que discrimina positivamente a las mujeres, chicas como yo hemos tenido acceso a realizar nuestras primeras películas y a entrar en un mercado mucho más grande que el que se nos ofrecía en ese momento. Pero aún queda mucho por hacer. Que este año haya sido tan visible la presencia femenina en los Goya es para celebrar, pero también para reflexionar. Con la pandemia de por medio y el miedo de las productoras bloqueando la salida de las grandes producciones, ha sido el año de los documentales y de las películas independientes. Y aquí es cuando hemos aparecido las mujeres. El hito será cuando estas mujeres sean las que abanderen las grandes producciones que marcan la dirección de la industria del cine en España. Todavía queda mucho camino por recorrer”.

Eva Mackey

Eva también está a favor de este sistema, porque «no vas a llamar a alguien en quien no confíes para tu proyecto por el mero hecho de ser mujer para que te den puntos. Elegirás a mujeres que sepan hacer su trabajo, y así das voz a personas que quizá no la tendrían de no ser por esto.

Creo que, para aumentar la presencia de mujeres, se hace mucho en las aulas, y tener profesoras como referentes anima a que haya más mujeres profesionales en el futuro. También es importante elegir a mujeres dentro del departamento; les da visibilidad, oportunidades y conocimientos de cara a que sean jefas en el futuro”.

Rigel piensa que “la discriminación positiva es una medida que parte de que históricamente no estamos en igualdad de condiciones y eso es incuestionable. El hecho de que el trabajo de mujeres operadoras sea siquiera considerado por parte de productores o directores ya es un paso. En este proceso, creo que un proyecto serio no basa su elección del DOP únicamente en el género, por lo que una medida que fomente una elección más igualitaria del equipo me parece positiva, aunque insuficiente. Estos incentivos, junto a otras iniciativas de visualización, pueden ayudar a que esto ocurra más a menudo y se iguale un poco la balanza”.

Valle se decanta porque las mujeres adopten posturas de determinación y seguridad en sí mismas. “Los hombres son menos cuestionados, pero gracias al trabajo de todas las que han luchado ya estamos entrando. Y tenemos que mantenernos firmes en que somos igual de válidas y que nos respeten, ¡porque nos vamos a quedar!”

Valle Lázaro junto con el director de ‘Las puertas del paraíso’, Lorenzo Pascacio, cortometraje seleccionado en el Festival de Málaga 2021

La unión hace la fuerza: Directoras de Fotografía

No podemos olvidarnos del papel que juegan asociaciones como CIMA, cuyos pasos ha seguido el colectivo Directoras de Fotografía, una formación que une a profesionales de gran experiencia con otras emergentes, dando lugar a un estimulante diálogo entre distintas generaciones. ¿Sentís la importancia de estas asociaciones?

Para Sara, son absolutamente necesarias “para visibilizar el trabajo de las mujeres frente a una industria cuyo poder está copado por hombres”.

“Las asociaciones dan voz y resaltan problemas que quizá no sean muy visibles de no ser por ello”, opina Eva.

Rigel piensa que “los colectivos ayudan a establecer una comunidad de apoyo en una industria en la que claramente somos una minoría. Si, además, estos colectivos pueden ayudar a que se materialicen nuevos proyectos para las que forman parte de ellos, es maravilloso, pero creo que con el solo hecho de mostrar y comunicar el trabajo de mujeres es una gran ayuda también para generaciones futuras. Hacer que la sociedad y la industria se acostumbren y se normalice el hecho de que existimos y que estamos también haciendo nuestros proyectos es parte de ese cambio que poco a poco se ha ido dando”.

Rigel Pomares

¿Animarías a una mujer a estudiar foto?

Si eres mujer y estás pensando en estudiar Dirección de Fotografía, lee lo que estas alumni ECAM tienen que decirte:

“Me gustaría poder transmitirles una visión positiva de este oficio. Obviamente, hay una desigualdad laboral como en el resto de sectores, pero poco a poco se van derribando muchas fronteras. Las animo a que aspiren a llegar hasta las posiciones de poder más altas, que rompan el techo de cristal”, dice Sara. “Por otro lado, la dirección de fotografía puede ser un oficio precioso que mezcla muy bien la creación con la técnica. Si en algún momento han sentido atracción hacia este arte, las animaría enormemente a que se lanzaran”.

“Para mí, el hecho de haber venido a Madrid a estudiar en la ECAM ha sido muy importante en mi desarrollo personal y profesional”, cuenta Rigel. “Pasé de prácticamente no conocer a nadie en España a entrar en una red de personas con las que compartía un interés vital común y con las que he logrado muchos aprendizajes a lo largo de estos años; personas que han llegado a convertirse literalmente en mi familia”.

Y es que el nexo de unión con la comunidad ECAM se mantiene durante y después de los estudios. Lo dicen Eva y Valle: “Yo he aprendido allí todo lo que se refiere a la narrativa, a la luz… y me ha permitido no solo trabajar en producciones a las que antes no tenía acceso, sino conocer a gente con la que crear”.

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